domingo, 23 de septiembre de 2012


Es acabar de besarte y tener siempre la misma sensación que me calma y a la vez me desespera. La sensación de saber que vas a volver, que no va a ser el último beso, si no que nos quedan muchos más, más risas que compartir, más piques, más conversaciones hasta las tantas, más culebrones sin sentido. Y por un lado me tranquiliza el saber que no te he perdido, pero por otro me altera, me altera no ser capaz de evitar que estemos separados durante un tiempo, no ser capaz de separar el orgullo de nosotros, de dejar las tonterías a un lado, de hablar claro y admitir que por mucho que aparentemos odiarnos, en realidad estamos deseando comernos a besos, gastar los vales , los minutos y las horas en la cama, escondidos cada uno debajo del otro cuerpo pero sin dejar de perder la sonrisa, la única que tú consigues sacarme. Pero al parecer es más fácil fingir odiarnos, mientras deseamos querernos; dormir separados, queriendo soñar juntos… hasta que llegue un día y me cambie esa sensación y llegue el momento en el que me toque asumir, que nuestras vidas se han separado, para siempre.

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