Pues yo no me arrepiento de
nada de este 2012: los buenos momentos me hicieron feliz y los malos momentos
me hicieron aprender. Las personas que se fueron demostraron que no estarían a
mi lado “pasase lo que pasase” como decían y las que continúan a mi lado
demuestran que admiran tanto mis virtudes como mis defectos. Los momentos en
los que perdí la cabeza me enseñaron a actuar menos con el corazón y a entender
que no todo el que permanece a mi lado es porque me quiere de verdad, a veces
es por pura conveniencia.
Pero si pongo en una
balanza los momentos de este año, estoy segura de que ganan los buenos, ya sean
con persona que se han ido o con personas que siguen conmigo; pero todos esos
momentos me hicieron permanecer con una sonrisa en la cara durante horas, momentos
que ahora recuerdo y que quiero que en este 2013 se vuelvan a repetir.
Y si soy sincera, al pensar
en este año, me acuerdo de un número, el número 21. Para ser exacta, el 21 de
enero de 2012, el día en que empezaste a formar parte de mi vida y a ser el que
dirigía mis estados de ánimo, cual marioneta que es guiada por un hilo y que
cuando lo pierde nunca vuelve a ser la misma. Y entonces comprendo que por
mucho tiempo que pase, los recuerdos siempre quedarán, tu cama siempre tendrá
algún pelo o algún aroma mío, tus sábanas seguirán con la mancha que yo
provoqué y la ropa que te compré seguirá siendo tu abrigo. Así que no te
esfuerces en seguir diciendo que no te importo nada, porque al mismo tiempo en
el que dices esas palabras demuestras lo contrario, ya que si una persona no te
importa nada, no gastarías parte de tu tiempo en hablar de ella.
Por último, solo pido una
cosa: que este 2013 te lleve a donde te mereces, porque has demostrado no valer
nada.